El acuario

Hace meses construímos una pequeña piscina a modo de acuaterrario para nuestras tres carpas koi y las tortugas. Teníamos una grande de 2 años de edad y dos pequeñas de las de 12 euros en tienda. La obra fue algo complicada por el sistema de instalación de filtros y por los albañiles que tenían que acabar lo iniciado. Imaginar por un momento un espacio que contenga 500 litros de agua donde van a vivir los animales. Evidentemente no es algo como la estructura que ilustra hoy esta entrada, donde los visitantes se introducen en el agua a través de una escalera entubada para ver la vida acuática más cerca. Es más como una piscina infantil, pero de ladrillos, y en un patio interior que hay en la casa. Con unas piedras para que las tortugs pudieran salir a tomar el sol, unas plantas flotantes, un mínimo cuidado con el filtro para mantener el agua en condiciones mínimamente decentes, la obra estaba acabada. Llegó el invierno y los bichos decidieron hivernar. No comen porque no pueden hacer la digestión debido al frío. Se mentienen con las reservas del verano y otoño. Y llegó la primavera y todo fue un despertar. El agua se ensucia mucho más, llegó a oler un pelín fuerte y la comida diaria desaparecía en muy poco tiempo del agua. Había llegado nuevamente la vida al estanque. Las limpiezas del filtro se hacen más a menudo, las plantas se cambiaron por motivos decorativos y todo era feliz.

Ayer apareció una de las tortugas pequeñas flotando panza arriba. Ya notaba yo que era alérgica al agua y siempre estaba en la misma piedra. Habrá sido un daño colateral de la llegada del verano.

El blog del día: César Sabater