lunes, 4 de julio de 2011

Yo solo

Érase una vez un fotógrafo que acudió a la localidad malagueña de Macharaviaya, en la Axarquía, para dejar constancia de la recreación de la batalla de Pensacola, (EEUU), que marcó la culminación del esfuerzo de España por reconquistar las Floridas del dominio inglés, en el contexto de la Revolución americana. Al mando, Bernardo de Gálvez y Madrid, un machatuno que fue clave en la independencia de los Estados Unidos de América.

Un poquito de historia novelada relatada por Perez Reverte: En 1779, al declararse la guerra, don Bernardo decidió madrugarles a los rubios. Así que, poniéndose en marcha desde Nueva Orleáns con mil cuatrocientos hombres entre españoles, milicias de esclavos negros, aventureros y auxiliares indios, cruzó la frontera de Luisiana para invadir la Florida occidental, tomándoles a los malos, uno tras otro, los fuertes de Manchak, Baton-Rouge y Natchez, y cuantos establecimientos tenían los súbditos de Su Graciosa en la ribera oriental del Misisipí. Al año siguiente volvió con más gente y se apoderó de Mobile en las napias mismas del general Campbell, que acudía con banderas, gaitas y toda la parafernalia a socorrer la plaza. En 1781, Gálvez volvió a la carga y estuvo a pique de tomar Pensacola. No pudo, por falta de gente y recursos; así que regresó al año siguiente desde La Habana con tres mil soldados regulares, auxiliares indios y una escuadra de transporte apoyada por un navío, dos fragatas y embarcaciones de guerra menores.

La operación se complicó desde el principio: a los españoles parecía haberlos mirado un tuerto. Las tropas desembarcaron y empezó el asedio, pero los dos mil ingleses que defendían Pensacola –el viejo amigo Campbell estaba al mando– se atrincheraban al fondo de la bahía, protegida a su vez por una barra de arena que dejaba un paso muy angosto, cubierto desde el otro lado por un fuerte inglés, donde al primer intento tocó fondo el navío San Ramón. Hubo que dar media vuelta y, muy a la española, el jefe de la escuadra, Calvo de Irazábal, se tiró los trastos a la cabeza con Gálvez. Cuestión de celos, de competencias y de cada uno por su lado, como de costumbre. Calvo se negó a intentar de nuevo el paso de la barra. Demasiado peligroso para sus barcos, dijo. Entonces a Gálvez se le ahumó el pescado: embarcó en el bergantín Galveztown, que estaba bajo su mando directo, y completamente solo, sin dejarse acompañar por oficial alguno, arboló su insignia e hizo disparar quince cañonazos para que los artilleros guiris que iban a intentar hundirlo supieran bien quién iba a bordo. Luego, seguido a distancia sólo por dos humildes lanchas cañoneras y una balandra, ordenó marear velas con la brisa y embocar el estrecho.

Así, ante el pasmo de todos y bajo el fuego graneado de los cañones ingleses, el bergantín pasó lentamente con su general de pie junto a la bandera, mientras en tierra, corriendo entusiasmados por la orilla de la barra de arena, los soldados españoles lo observaban vitoreando y agitando sombreros cada vez que un disparo enemigo erraba el tiro y daba en el mar. Al fin, ya a salvo dentro de la bahía, el Galveztown echó el ancla y, muy flamenco, disparó otros quince cañonazos para saludar a los enemigos.

Al día siguiente, con un cabreo del catorce, el jefe de escuadra Calvo de Irazábal se fue a La Habana mientras el resto de la escuadra penetraba en la bahía para unirse a Gálvez. Y al cabo de dos meses de combates, en «esta guerra que hacemos por obligación y no por odio», según escribió don Bernardo a su adversario Campbell, los ingleses se tragaron el sapo y capitularon, perdiendo la Florida occidental. Por una vez, los reyes no fueron ingratos. Por lo de la barra de Pensacola, Carlos III concedió a Gálvez el título de conde, con derecho a lucir en su escudo un bergantín con las palabras «Yo solo».

6 comentarios:

emejota dijo...

Gracias por disminuir mi ignorancia. Beso.

Unknown dijo...

lo mismo que emejota

Ronronia Adramelek dijo...

Es oir Pérez Reverte y predisponerme en contra, y más si hablamos de batallitas, pero voy a hacer un sobrehumano esfuerzo para sobreponerme al reflejo condicionado de Pavlov que me provoca este hombre, que es escuchar su nombre y se me tuerce el morro solo, y voy a subir de nuevo y a leer tu post. Ahora vuelvo.

Juan Carlos dijo...

Es una buena historia y rara porque termina con reconocimiento, cosa que por estos lares no suele pasar.
Salu2

Anónimo dijo...

Me ha hecho gracia eso de "a los españoles parece que los ha miradpo un tuerto" y es que, en campañas militares, nunca es que hayamos estado muy finos históricmente, aunque veo que en ésta, ganamos....

Stultifer dijo...

EMEJOTA - Pocos, muy pocos, conocen ese aspecto de la independencia de EEUU.

TNF25 - Pero nunca es tarde para saberlo.

RONRONIA - Opino lo mismo que tu y me arrepentiré siempre de haber mencionado a APR. Pero de arrepentidos está el cielo lleno.

JUAN CARLOS - Con reconocimiento... en el olvido. No lancemos las campanas al vuelo.

OGG - Y se benefició mucho a este pequeño pueblo de la Axarquía malagueña.