Su fundación obedece, como la de tantos cementerios españoles, a una Real Cédula de 1787 del Rey Carlos III en la que, por razones sanitarias, prohibe seguir enterrando en las iglesias y conventos. El acta de bendición puede leerse en el apartado de documentos.
San Miguel es una de las pocas necrópolis decimonónicas que han llegado hasta nuestros días prácticamente íntegras: la portada, la capilla, la mayoría de los panteones, las salas de pésame o de velatorios, aunque muy deteriorados, se han conservado desde el siglo XIX.
De estilo neoclásico, el cementerio queda cercado en 1829. Su capilla queda inaugurada en 1837, y es restaurada en 1848 por la familia Heredia. En sus sucesivas distribuciones intervinieron arquitectos municipales como Cirilo Salinas, Rafael Mitjana (1848), José Trigueros (1863).
En su interior, y siguiendo el concepto de cementerio monumental y romántico, las grandes familias de la burguesía malagueña del XIX construyeron panteones en los que utilizaron nobles materiales y que fueron firmados por prestigiosos arquitectos y maestros de obras.
El primer mausoleo levantado fue el obelisco en memoria de Salvador Barroso, realizado en 1844 por Cirilo Salinas. Y a él seguirían muchos otros, unos doscientos cincuenta, edificados en los más variados estilos historicistas o eclécticos por arquitectos como Gerónimo Cuervo, José Trigueros,Joaquín de Rucoba, Diego Clavero, Manuel García del Álamo, Manuel Rivera Valentín, Rafael Moreno o Guerrero Strachan.
La escultura, aunque menos numerosa, está presente con obras de Adrián Risueño, Frapolli, Gutiérrez de León, García Carreras o el italiano Paulino. Destacan también las magníficas verjas y rejas de hierro, procedentes de las afamadas ferrerías malagueñas del siglo XIX.
Junto al interés artístico de la necrópolis, está presente en San Miguel la memoria de numerosos hechos históricos y las tumbas de personajes de proyección internacional, que pueden ver en el apartado de personajes ilustres. Las cofradías también son un hecho diferenciador en San Miguel.
El Ayuntamiento, siempre con problemas de liquidez, recurrió a las cofradías y hermandades de la ciudad para lograr el cerramiento del camposanto, y dichas hermandades levantaron con sus paneles de nichos los muros que lo cierran. Muchas de estas cofradías edificaron posteriormente panteones en el propio San Miguel, y vendieron sus nichos a particulares.
Entre las cofradías que tuvieron o tienen presencia en San Miguel: Viñeros, Sangre, Buena Muerte, Huerto, las hermandades de Ánimas de Ciegos, de Santiago, de San Juan o del Sagrario.
Generalmente son las clases acomodadas las que optaron por el enterramiento en nichos, huyendo de la sepultura común, aunque la opinión sobre los nichos varía. Así, en un expediente conservado en el Archivo Histórico Municipal se hace referencia a una Real Orden de 1867 prohibiendo el enterramiento en nichos, orden que pronto cae en el olvido.
El Ayuntamiento irá edificando nuevos patios con nichos, generalmente de alquiler, para acoger la demanda de una ciudad en crecimiento.
El cementerio de San Miguel está unido a los últimos doscientos años de la historia de Málaga y numerosos son los acontecimientos de los que ha sido testigo: el entierro del general liberal José María de Torrijos y sus compañeros, fusilados en las playas de El Bulto, y que posteriormente serían trasladados al monumento funerario de la plaza de la Merced; las epidemias, el entierro de destacados personajes de la monarquía, el republicanismo histórico, los enterramientos de la guerra civil, la autonomía andaluza, etc.
Con motivo de la clausura del cementerio en 1987 y de la reconversión posterior en columbario, han desaparecido la práctica totalidad de nichos y tumbas de alquiler, quedando el cementerio reducido a sus actuales dimensiones, que son las de los dos patios monumentales.
El Tribunal Supremo declaró nula la clausura en el año 1992 y reconoció los derechos de propiedad y perpetuidad particulares existentes en el cementerio, aunque no la posibilidad de seguir enterrando en estas propiedades.
En enero de 1996 nace la Asociación de Amigos del Cementerio de San Miguel con el propósito de reivindicar el patrimonio del camposanto y servir de foro de debate entre Ayuntamiento y propietarios para adoptar medidas tendentes a la recuperación de la zona monumental del cementerio.
El 26 de enero de 2003 el Ayuntamiento de Málaga aprueba una moción en la que reconoce la vigencia de los derechos particulares, y admite el uso futuro como columbario de los nichos y panteones de propiedad y perpetuidad.
En San Miguel descansan numerosos familiares malagueños del genial pintor Pablo Ruiz Picasso. En el panteón de la familia Ghiara están enterrados doña Aurelia Picasso López, tía materna del pintor, y su esposo don Baldomero Ghiara del Peral, así como la hija de estos, Aurelia Picasso Ghiara. En el panteón de la familia Padrón, se encuentran enterrados la tía paterna de Picasso, María Paz Ruiz Blasco y su esposo, José Padrón Ruiz, así como su hija Mª de la Paz Padrón Ruiz, compañera de juegos de Picasso. En el panteón Muñoz Madueño están enterrados Teresa y Emilio Blasco Bordoy, primos de Picasso. Otro primo de Picasso, Manuel Blasco Alarcón, está enterrado en el panteón de la familia Alarcón. Entre los parientes más alejados, en el panteón de la familia Lapeira se encuentra enterrada doña Catalina Picasso, casada con don Nicolás Lapeira. Y Trinidad Picasso González, hermana del famoso general Picasso, se encuentra enterrada en un nicho
Resulta sorprendente el abandono de algunos panteones en San Miguel por parte de determinadas familias propietarias. Hay quien no pone los pies por que no le gustan los cementerios, los hay que jamás han llevado al cementerio a sus hijos, nietos o sobrinos pese a poseer un maravilloso panteón del siglo XIX, o incluso quien quiere liquidar su panteón para no tener que preocuparse por sus antepasados. Hay en fin –y duele decirlo, pero en nuestra ciudad no es inusual– una extraña mezcla de superficialidad, incultura y desapego por la tradición que afecta a todas las clases sociales.
Afortunadamente todos no pensamos así, y para muchos las raices, el arte y la cultura todavía son valores a preservar. San Miguel es mucho más que un cementerio. Contiene la historia de la ciudad durante doscientos años y, además, es un maravilloso conjunto artístico. Quien además de poderlo visitar, tiene por herencia una llave que le conduce a una cripta o a un panteón, posee un mágico privilegio de abrir una puerta a un pasado digno de ser relatado.
Imaginemos las visitas de nuestros antepasados al cementerio en el siglo XIX, acudiendo en coches de caballos, con suntuosos ropajes de duelo: levitas, mantillas, velos (las viudas solían llevar dos velos, uno corto que tapaba la cara, y otro largo que caía a la espalda y se denominaba "pena"), las joyas aceptadas por el luto (perlas, azabache), rosarios y libros de oraciones. Los entierros en un panteón, con los sacerdotes revestidos con capas pluviales negras, los responsos y las misas que por cada familia se decían diariamente en la capilla del cementerio, con el sacerdote de espaldas, entonando el réquiem en latín.
San Miguel se enmarca en el concepto de cementerio jardín pintoresco decimonónico, en la línea de los grandes cementerios franceses como Pére-Lachaise, y de catálogos de arquitectura funeraria como el de César Dally. Muchos de los panteones son construidos en estilo historicista (neogóticos, neorrománicos), al que los románticos vuelven sus ojos en busca de un pasado evocador. La literatura gótica ensalza los cementerios y los convierten en escenarios por los que transitan sus protagonistas, invariablemente pálidos, aristocráticos y vestidos de riguroso luto.
La literatura y la historia nos dejan buenos ejemplos de lo que fue la cultura de la muerte en el siglo XIX, totalmente alejada del pueril temor supersticioso al cementerio que se instaló a mediados del siglo XX.
Hacia el mediodía, después de la terrible ceremonia en el panteón familiar, el conde D'Athol despidió a la fúnebre escolta. Después solo, encerrose con la muerta, entre los cuatro muros de mármol, y cerró la puerta de hierro del mausoleo. El incienso se quemaba en un trípode, frente al ataúd... Él, en pie, ensimismado, con el solo sentimiento de una ternura sin esperanza, se había quedado allí durante todo el día. Alrededor de las seis, en el crepúsculo, salió del lugar sagrado. Al cerrar el sepulcro, quitó la llave de plata de la cerradura y, empinándose en el último peldaño de la escalinata, la arrojó al interior del panteón... (Conde de L´Isle Addams, Vera).
A la puerta del cementerio, otra sorpresa. La portezuela de un cupé se abre ruidosamente, y la señora, una pariente de De Jacquels, una mujer muy guapa, en la treintena de su edad, que ha sido, creo, más o menos su amante, se me desploma en los brazos entre sollozos ahogados y un bonito dolor teatral que sienta de maravilla a su rosáceo frescor de rubia y a su elegante luto de viuda. (Jean Lorrain, Oración fúnebre).
14 comentarios:
He vivido siempre al lado de San Miguel, un abuelo mío estaba enterrado allí y hay algunos panteones y algunos pasillos "de la muerte" que son dignos de ver. Auténtico arte fúnebre.
Un saludo
Hola, Stultifer, yo también soy de Málaga y hasta me he dado cuenta de que, a pesar de mi edad ( tengo 41 años) hay muchas cosas de la historia de Málaga que se me escapan y estoy haciendo todo lo posible por subsanar esa carencia.
La información del cementerio de San Miguel me ha parecido de lo más interesante.
Muchas gracias por compartirlo.
Un rampyabrazo
Pues la verdad es que algunos parecen chalets....Bueno bromas aparte....tiene una pinta preciosa de rebosar ARTE, puro arte fúnebre...Bss
arezbra Ayer estaba pletórico, con un poco de sol, ese silencio, esos pasos tranquilos...
rampi Si algún día te das un aseo por allí descubrirás lápidas de personajes de la vida social malagueña. En algún lado tenían que estar.
winnie He reencontrado a un conocido del que no tenía ni idea en los últimos 30 años. ÉL vive en Milán ahora. Tiene un vago recuerdo de mi: Mi afición por sacar fotografías en los cementerios. Aquí una muestra de esos panteones chalés. Pronto, el Cementerio Inglés.
Estupendo post, maestro. Dan ganas de visitarlo (vivo)
Carpe Diem
Qué buen post... yo de pequeño iba con mis amigos a contar historias de fantasmas, aunque al final acabábamos contando chistes, qué manía, jejeje
Saludos!!
cosecha Es visita obligada. Además, en la actualidad hay una Escuela Taller que se dedica a la recuperación de los panteones.
manué Las últimas grandes inundaciones de Málaga en el 84 hicieron de este cementerio un lago en el que los nichos se abrieron, los ataúdes flotaban y los huesos quedaron desparramados entre el lodo.
No me gustan los cementerios, pero ha sido un bonito post, lleno de curiosas escaleras, Stultifer.
¡VAya reportaje! No conocía ese cementerio, pero aunque no voy mucho de visita a ver a mis parientes difuntos, suelo pasar por muchos, porque cuando vas en bici en un cementerio siempre hay un grifo (supongo que para regar las plantas).
Curiosas obras de arte...
mcarmen Es un jardín romántico donde se respira paz.
tarn Los grandes arquitectos del XIX se deleitaban con obras funerarias. De toda la vida ha sido así. Ejemplo: Las pirámides de Egipto.
Maravilloso. Hace mucho que no voy, pero después de este estupendo post, no tardaré en hacerlo. Y espero con ansia el del Cementerio Inglés, qué cosa tan bonita de sitio.
theodore A pesar de ser un recinto muy pequeño merece la pena pasar un tiempo allí intentando no escuchar conversaciones. Deberían prohibirlas.
¡Gran entrada! Me ha gustado mucho el tratamiento que has hecho del cementerio.
Te invito a pasar por nuestro blog donde, entre otras, también encontrarás entradas a cementerios. La dirección es: http://angelesdescarnados.blogspot.com/.
Asimismo me permito enlacerte en el grupo de Facebook: Apoyamos la Ruta Europea de Cementerios (http://www.facebook.com/group.php?gid=10150160094145385).
Saludos.
KSAWERY - Gracias por tu visita. puedes utilizar texto y fotos a tu antojo. Iré a visitaros sin duda.
Publicar un comentario