domingo, 13 de noviembre de 2011

Cuba - Trinidad y las pastillas

La ciudad de Trinidad se halla ubicada en la región central de Cuba, específicamente en el sur de la provincia cubana de Sancti Spíritus, y es la capital del municipio del mismo nombre. La Villa de la Santísima Trinidad fue la tercera villa fundada por la Corona española en Cuba, a principios de 1514. La villa se fundó con la presencia del Adelantado Diego Velázquez de Cuéllar, y fue evolucionando con rapidez, lo cual le posibilitó ser una de las más prósperas de la mayor de las Antillas.

La labor de conservación y restauración emprendida por los especialistas de esta zona del centro sur de Cuba, y el amor que profesan a su ciudad sus habitantes, propició que sea una de las ciudades coloniales mejor conservadas no sólo de Cuba, sino también de América, e inscribirse en la Lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco junto al Valle de los Ingenios en 1988, una zona donde prosperó la industria azucarera con la llegada de las familias Iznaga, Borrell y Brunet hacia la mitad del siglo XIX.

Esta producción azucarera, que enriqueció a los dueños de esos ingenios, hizo que surgieran tanto en Trinidad como en el Valle, casonas y palacetes que hoy son orgullo de la cultura cubana. La fecha de su fundación se celebra cada año con una Semana de la Cultura Trinitaria; en enero de 2009 se festejó el cumpleaños 495 de la ciudad.

Son lugares de interés, además de sus mismas calles, el Museo de Historia, la Casa privada Patrimonio de la UNESCO, el Museo de Arqueología Guamuhaya, Museo Romántico, Museo de Arquitectura Colonial y la Casa de la Trova de Trinidad.

Colores, sol, paseos y un estómago afectado no son la mejor mezcla para visitar una ciudad colonial. Mis acompañantes no tuvieron más remedio que dejarme sentadito en una casa particular, mitad galería de arte, mitad centro de reuniones, porque mi situación particular no estaba para muchas alegrias. Más bien sólo necesitaba un par de visitas al aseo. Y los visité. Unos más limpios que otros y otros menos sucios que lo imaginado. Es es ese instante cuando recuerdas que no pusiste en tu equipaje esas pastillas maravillosas que siempre crees que no tendrás que tomar.

Imagina el poco interés en comprar collares, muñecas de dos cabezas, manteles. "Agua, quiero agua y un abanico". Me dieron agua y un cartón para que me aliviara el calor. Quince horas fatales en el Caribe. Cuando lo recuerdo ahora me río.

Moraleja: Cuando vayas de viaje, llévate pastillas contra el mal de estómago. Lo agradecerás siempre. Y mucho más en el momento del apretón.

El blog del día: La dance de Puck

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Decididamente, como siempre, mejor los pueblos que la capital... lo de las pastillas, como se suele decir, es el mal del viajero "por el cambio de agua y dieta..."

Stultifer dijo...

OGG - Parece que las pequeñas ciudades apenas tienen interés, pero no es así, me encanta perderme en aldeas minúsculas.

Uno dijo...

Preciosa Trinidad. Yo también tuve allí un percance pero de tipo sentimental. Tanta belleza marea supongo. Y tomo nota de lo de las pastillas que estoy preparando un viaje.

Stultifer dijo...

UNO - Hay percances sentimentales que no se eliminan con pastillas, sino que cada vez van a más.

Juan Carlos dijo...

Magnífico viaje y magnífica la documentación que traes. Salu2

Stultifer dijo...

JUAN CARLOS - El viaje: maravilloso, puedo asegurarlo. Intento siempre vivir mis vacaciones. Y lo consigo.

Lakacerola dijo...

Me descubro ante tí, ¡hay qué ver para cuánto te da un viaje a Cuba!

Anónimo dijo...

Buenas! Cómo fue el festival... al final no me pasé por allí, jeje

Bezoz!!

Stultifer dijo...

LAKACEROLA - Da para mucho porque hay mucha pasión. Y, claro, esta lo que no se cuenta, que es mucho más.

MANUÉ - La crisis marco recortes en el festival y los invitados fueron menos este año. Entre ellos, yo. Lástima porque un paseito por Sevilla siempre viene bien.