jueves, 29 de diciembre de 2011

Muy altas

El miedo nos entra en el cuerpo cuando vemos ante nosotros una larga y empinada escalera. Sobre todo ocurre si vamos de vacaciones y nos topamos con el elemento arquitectónico. Lo primero que queremos es subir, alcanzar la cima. Poder decir "Yo estuve arriba".

Nos da lo mismo si no hay nada interesante arriba y lo único que podemos hacer es bajar. Pero el hombre, en su infinita inteligencia quiere ser siempre el más alto. Estar en la parte más elevada. Alcanzar el cielo de la nada.

Y hacemos maravillas para pasar el mal trago que produce tener que subir andando por 300 escalones. La pintamos de colores y así nos cansamos menos.

¿Qué necesidad teníamos de construir una escalera en el desierto solamente con la idea de elevar la base del templo? ¿Dije inteligentes? Lo retiro.

Y quien dice desierto, dice China o Indonesia, o Madrid o La India. Ya sé. Alto, más alto.

Faltan 8 días

2 comentarios:

Juan Carlos dijo...

Siempre buscando lo mejor en lo más alto. Igual resulta que lo mejor lo estamos pisando.
Salu2

Ronronia Adramelek dijo...

Cuando veo esas escaleras tan altas me acuerdo de Hurewicz, que se mató cayéndose de una pirámide mejicana de esas de las escaleras requetempinadas. El caso es que esas pirámides deben ser un peligro para los matemáticos porque ahora me suena que hubo otro aún más famoso que también la palmó rodando desde lo alto de una.