viernes, 12 de agosto de 2011

Hipódromos

Lo que me agrada del hipódromo no son sus cafeterías, montadas cual feria de pueblo de segunda. No me agradan los puestos de venta de baratijas dirigidas a turistas. No me agrada el aire de superioridad que se dan algunos que se pasean con el cuello del polo levantado. Me agradan los caballos y sus jinetes.

Cuerpitos decorados con camisolas coloridas, a cuadros, bandas, lunares. Lo mejor es verles subir y bajar del caballo. De un salto. Sin ayuda de nada ni nadie, como si volasen. Sin apenas silla para montar, ya que usan la mínima expresión a fin de restar peso en la montura. Son un suspiro.

Me gusta el hipódromo porque gano en las apuestas (poco), porque puedo deleitarme observando a los paseantes, porque grito cuando el caballo que gana la carrera es el que yo elegí también, porque nadie grita "gol" y porque puedo tomarme una cerveza al aire libre sin que me incomoden mendigos con su acordeón.

El blog del día: Los secretos de Dorian Gray

8 comentarios:

Santy Trombone dijo...

Es ud. todo un Dandy.

emejota dijo...

Te entiendo, aunque por principio ético y patético nunca apuesto. Solo arriesgo lo justo para vivir con los mínimos incórdios. Beso

Stultifer dijo...

CALAMARIN - Me gustan las carreras nocturnas.

EMEJOTA - Jamás el beneficio es superior a lo gastado.

crittervenudo2 dijo...

Nunca he ido a un hipódromo, ni a ver carreras de caballos.

Ronronia Adramelek dijo...

Tampoco he ido nunca al hipódromo, creo que aquí no hay aunque si debió haber en tiempos un canódromo porque hay un parque que se llama así.

Anónimo dijo...

Yo iría al hipódromo por sentir esa adrenalina de gritar "corre, corre" a tu caballo, el de la apuesta, aunque fuese una vez en la vida... tiene que ser una experiencia interesante...

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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