Cuerpitos decorados con camisolas coloridas, a cuadros, bandas, lunares. Lo mejor es verles subir y bajar del caballo. De un salto. Sin ayuda de nada ni nadie, como si volasen. Sin apenas silla para montar, ya que usan la mínima expresión a fin de restar peso en la montura. Son un suspiro.
Me gusta el hipódromo porque gano en las apuestas (poco), porque puedo deleitarme observando a los paseantes, porque grito cuando el caballo que gana la carrera es el que yo elegí también, porque nadie grita "gol" y porque puedo tomarme una cerveza al aire libre sin que me incomoden mendigos con su acordeón.
8 comentarios:
Es ud. todo un Dandy.
Te entiendo, aunque por principio ético y patético nunca apuesto. Solo arriesgo lo justo para vivir con los mínimos incórdios. Beso
CALAMARIN - Me gustan las carreras nocturnas.
EMEJOTA - Jamás el beneficio es superior a lo gastado.
Nunca he ido a un hipódromo, ni a ver carreras de caballos.
Tampoco he ido nunca al hipódromo, creo que aquí no hay aunque si debió haber en tiempos un canódromo porque hay un parque que se llama así.
Yo iría al hipódromo por sentir esa adrenalina de gritar "corre, corre" a tu caballo, el de la apuesta, aunque fuese una vez en la vida... tiene que ser una experiencia interesante...
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