Se alza en la Gran Vía madrileña como símbolo de los novedosos sistemas de comunicación. Hubo un tiempo en el que era conocido por albergar al mayor locutorio telefónico de España, cuando los locutorios eran utilizados por los españoles ya que no había demasiados teléfonos en las casas, no existían los móviles, y llamar fuera de la ciudad se calificaba de "conferencia". El sistema era el siguiente: Uno iba al mostrador con un número de teléfono apuntado en un papel, al igual que con el nombre de la provincia. La señorita que atendía al público te entregaba un papel con un número y te invitaba a esperar la conexión "que solo tardará quince minutos". De repente se escuchaba una voz en grito: "Conferencia con San Sebastián, número 17, cabina 4". Allá que mirabas si tu papelito tenía el número 17 e ibas a la cabina 4 y descolgabas el auricular de baquelita negra y se entablaba la conversación:
-¿Que cómo estás?
-Bien. Dime rápido, que es conferencia.
-Que todos estamos bien. ¿Me oyes? Es que no te escucho.
-Si. Todos bien. ¿Cuándo vais a venir? ¿El jueves? ¿Oiga? ¿Señorita?
Se colgaba varias veces con el dedo para llamar la atención a la señorita del mostrador porque se había cortado la comunicación. Salías de la cabina 4 para ver lo que te iban a cobrar.
Ahora algunos miran a los locutorios con cierto desprecio por considerarlos de uso exclusivo de pobres y de inmigrantes. ¡Cómo nos falla la memoria tantas veces y tan deprisa! Mientras tanto, el edificio de Telefónica de Madrid se viste de azul.