Un poquito de historia novelada relatada por Perez Reverte: En 1779, al declararse la guerra, don Bernardo decidió madrugarles a los rubios. Así que, poniéndose en marcha desde Nueva Orleáns con mil cuatrocientos hombres entre españoles, milicias de esclavos negros, aventureros y auxiliares indios, cruzó la frontera de Luisiana para invadir la Florida occidental, tomándoles a los malos, uno tras otro, los fuertes de Manchak, Baton-Rouge y Natchez, y cuantos establecimientos tenían los súbditos de Su Graciosa en la ribera oriental del Misisipí. Al año siguiente volvió con más gente y se apoderó de Mobile en las napias mismas del general Campbell, que acudía con banderas, gaitas y toda la parafernalia a socorrer la plaza. En 1781, Gálvez volvió a la carga y estuvo a pique de tomar Pensacola. No pudo, por falta de gente y recursos; así que regresó al año siguiente desde La Habana con tres mil soldados regulares, auxiliares indios y una escuadra de transporte apoyada por un navío, dos fragatas y embarcaciones de guerra menores. Así, ante el pasmo de todos y bajo el fuego graneado de los cañones ingleses, el bergantín pasó lentamente con su general de pie junto a la bandera, mientras en tierra, corriendo entusiasmados por la orilla de la barra de arena, los soldados españoles lo observaban vitoreando y agitando sombreros cada vez que un disparo enemigo erraba el tiro y daba en el mar. Al fin, ya a salvo dentro de la bahía, el Galveztown echó el ancla y, muy flamenco, disparó otros quince cañonazos para saludar a los enemigos.
Al día siguiente, con un cabreo del catorce, el jefe de escuadra Calvo de Irazábal se fue a La Habana mientras el resto de la escuadra penetraba en la bahía para unirse a Gálvez. Y al cabo de dos meses de combates, en «esta guerra que hacemos por obligación y no por odio», según escribió don Bernardo a su adversario Campbell, los ingleses se tragaron el sapo y capitularon, perdiendo la Florida occidental. Por una vez, los reyes no fueron ingratos. Por lo de la barra de Pensacola, Carlos III concedió a Gálvez el título de conde, con derecho a lucir en su escudo un bergantín con las palabras «Yo solo».

6 comentarios:
Gracias por disminuir mi ignorancia. Beso.
lo mismo que emejota
Es oir Pérez Reverte y predisponerme en contra, y más si hablamos de batallitas, pero voy a hacer un sobrehumano esfuerzo para sobreponerme al reflejo condicionado de Pavlov que me provoca este hombre, que es escuchar su nombre y se me tuerce el morro solo, y voy a subir de nuevo y a leer tu post. Ahora vuelvo.
Es una buena historia y rara porque termina con reconocimiento, cosa que por estos lares no suele pasar.
Salu2
Me ha hecho gracia eso de "a los españoles parece que los ha miradpo un tuerto" y es que, en campañas militares, nunca es que hayamos estado muy finos históricmente, aunque veo que en ésta, ganamos....
EMEJOTA - Pocos, muy pocos, conocen ese aspecto de la independencia de EEUU.
TNF25 - Pero nunca es tarde para saberlo.
RONRONIA - Opino lo mismo que tu y me arrepentiré siempre de haber mencionado a APR. Pero de arrepentidos está el cielo lleno.
JUAN CARLOS - Con reconocimiento... en el olvido. No lancemos las campanas al vuelo.
OGG - Y se benefició mucho a este pequeño pueblo de la Axarquía malagueña.
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