Una recopilación de tazas de Ronronia
Salí a dar un paseo hacia el Museo del Prado. El motivo: Visitar la exposición del Hermitage. Merecía la pena. Dos horas de museo y visita obligada a otras dos obras maestras: El jardín de las delicias, de El Bosco; y El fusilamiento del General Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, de Antonio Gisbert. Debía esa visita hace años. Ha sido genial.
2 comentarios:
Horas me puedo pasar delante de El jardín de las delicias. La última vez sé me ocurrió que estaría bien verlo tranquila mientras leía el análisis detallado del cuadro. Me conecté a internet con el móvil y a la vigilante casi le da un pasmo. Fotos no, fotos no. Y yo enseñándole el navegador y ofreciéndome a tapar la cámara con algo. Pues al final dieron igual los argumentos, no pude, me hizo guardar la cámara en el bolso. "Me vas a meter en un lío", me dijo, y obviamente la guardé por si acaso era verdad.
Je,je, será que me suena ese recorrido, aunque para mi los bocatas de calamares del Brillante ya no son lo que eran, no te podría decir si es cuestión del rebozo, del aceite o de las anillas que ya no son de calamar, sino de pota (creo) Bs.
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