Tócame la vuvucela

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Estoy tranquilo en casa leyendo una novela. En la casa del vecino, el que entra bajo la cerca a mi jardín y en el que no tengo nada de confianza, hay una reunión. Por lo visto hoy hay un "interesante" partido de fútbol (como todos, parece ser) en que que este país decide por lo menos si se arregla la economía mundial o el hambre en el tercer mundo o se salva por fin al tigre leonado. Mi tranquilidad se ve alterada de repente por los gritos de esos mamelucos envalentonados y animados por unas cervezas con su rotundo e interminable gooooooollllll. Dan ganas de destrozarles la vida, de incendiarles los coches, de hacerles pintadas en sus paredes, de eliminarles del mapa. Pero por lo visto, eso de gritar todos juntos ese goooooolllll es positivo porque une y afianza amistades. Chorradas.

Ahora les han recetado su misma medicina: las vuvucelas. Les molestan a los aficionados estas trompetitas. A mi me encantan y me entusiasman. Por fin hay algo que les incomoda tanto o más que a mi sus gritos de goooollllll. Ya han pedido que las prohíban pero los organizadores no están por la labor. Felicitaciones y espero que a partir de la temporada que viene sea un instrumento imprescindible de todo aficionado que acuda a un campo de fútbol. Estoy contento hoy. Estoy como una vuvucela (dando por culo).