miércoles, 23 de marzo de 2011

Un lugar para llorar

Un desaparecido es alguien que deja de estar. Su ausencia es una maraña de pensamientos sobre qué motivos han ocurrido para la no existencia. El dolor y la angustia del desconocimiento es grande.

Quizá una mañana decidiste quitarte la vida. Quizá te mataron y acabaron así con el sufrimiento que te causaban a diario. Quizá solo has querido desaparecer por tus particulares y respetables motivos. Yo cada día pienso en ti y noto una gran ausencia. Quizá no tiene que haber preguntas. O yo no debo hacerlas. Solo sé de mi tristeza desde hace ya 10 meses. Hoy es tu cumpleaños y me quedo con las flores en la mano. Un día como hoy, 23 puñaladas me dieran...

Me detengo muchas veces en la plaza de la Merced, donde están los restos del general Torrijos, recuerdo el cuadro del Fusilamiento de Torrijos y me aprendo de memoria tus palabras: Es una pintura que me encanta, siempre me ha parecido un cuadro impresionante, dramático, de una tensión y una fuerza que pocas veces puede uno percibir en una pintura. Ese cielo gris y cubierto de nubes amenazadoras, el mar encrespado hasta el borde mismo de la playa, las figuras yacentes de los primeros fusilados, el detalle de la faja roja de uno de los muertos, que atrae irresistiblemente la mirada del espectador, y la imagen de los frailes vendando los ojos a los siguientes. Pequeños detalles todos ellos que presagian la tragedia que se avecina y ponen ante nuestros ojos una escena que aún no ha ocurrido. El pintor era sencillamente un genio. Y yo, ahora, cada vez que veo esta pintura, pienso en Málaga, en su playa, y me acuerdo de ti.

Sigo queriéndote y me he quedado estancado en esa tesitura. Si buscara un lugar en el que ir a poner flores ¿Dónde lo haría? ¿Dónde lloro?