
Hace muchos, muchos años, cuando en las noches corría el alcohol en las islas y los horarios andaban cambiados, donde a las siete de la mañana se desayunaba colectivamente y a continuación todos dormíamos, hubo un día en que el azar decidió no ir a la cama, sino que ofertó la posibilidad de seguir regando con cerveza matutina gargantas, cabezas, cuerpos y mobiliario en una de las calles principales de la pequeña ciudad. Un giro de cabeza, y ante la vista apareció, como salido del más bonito de los sueños, un ser de luz. Rápidamente me levanté y fui a su encuentro y le uní al grupo. La extrañeza invadía al recién llegado hasta que lentamente absorbió nuestra energía y formó rápidamente parte nuestra. Él no llegaba solo. Siempre un ser de luz llega con otro ser de luz.
Toda una serie de recuerdos llega a mi cabeza en este momento de aquella época, que parece de cuento. Además ha ocurrido algo sorprendente. Una re-unión debida a la curiosidad, la causalidad y la casualidad: sólo poseo dos discos de vinilo (es sabido que no soy coleccionista de nada), regalo de uno de los seres de luz, que jamás he llegado a escuchar. Hace meses investigué qué respuestas me daba el oráculo si incluía en mis peticiones los títulos de ambos. Mi sorpresa fue grata y me provocó miedo, alegría, satisfacción, pudor... Allí estaba la información del ser de luz evolucionado.
Siempre he sido teórico de que lo aconsejable es no remover el pasado, que para eso pasado es, más no pude contenerme y llamé a su puerta sin obtener contestación. He repetido la acción con el oráculo justamente hoy, que también es otro aniversario de amor, y la puerta se ha abierto.
Han pasado mas de veinte años pero un recuerdo me hizo sonreir. Ha habido una escalera iluminada que ha guiado mi camino y espero que nadie apague la luz. La volveré a encender.
El blog del día: Nadie me quita lo bailao