jueves, 8 de mayo de 2008

Escalera en la Embajada

La recepción era en la embajada de Portugal. No iba a ser una fiesta multitudinaria; poca cosa, nos habían comentado: máximo 500 personas. El motivo lo olvidé en cuanto le vi a él en la escalera. Alto, moreno, muy arreglado, de alrededor de 35 años, varonil, con una pajarita en el cuello sobre camisa blanca y un traje... ¡cómo me gustó el traje! Y ¡cómo lo llevaba!, claro. Permanecía estático mirando una de las pequeñas fotos de la pared, y se mostraba muy interesado en ellas. En la mano izquierda, como manda el protocolo, la copa y una servilleta de papel a modo de posavasos para evitar goteos. La mano derecha, libre total por si había que saludar. Yo había estado dando vueltas y saludando a desconocidos con simples holas y más holas pensando que iba a ser otra reunión más en la que iba en aumento la fobia social que arrastro hace meses. Con idea de marcharme de ese tumulto de simpatías y de qué guapos e importantes somos todos me fijé en la escalera y fue cuando le vi. No se escuchó la frenada, pero el aire se paró al instante. La melodía de un piano era el único sonido. Y nos miramos.

Escalera del Consulado de Portugal en Sevilla. Acceso al Salón de Baile.

El blog del día: De bolsillos y morral

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese era el mayordomo, fijo.

Stultifer dijo...

bala
Si. Tienes muchísima razón. La misma razón de ese amigo mío al que le conté la historia con mas detalles y más pelos, incluso añadí la frenética noche de pasión que sucedió al acontecimiento relatado.
Este amigo mío tampoco suele ir a recepciones en las embajadas, donde los mayordomos van con librea, no beben en público y no son en absoluto tan guapos, tan amables, tan atractivos y tantarantrán... Que me pones de los nervios con tus roturas de finales felices. El día menos pensado hasta pongo su nombre.
¡Fotos, no. Gracias!

Thiago dijo...

Me puse aquel traje que tan bien me sienta....¿voy o no voy a la recepción de la Embajada Portuguesa? Estuve en un tris de no ir, pero quería refrescar mi gallego... Nunca se sabe que puede pasar en una recepción donde suena un fado.

¡Aquella escalera! Mi abuela me hablo de ella. Por allí bajaba ella al baile mucho antes de que Portugal fuera una República. Yo la bajaba como si fuera el nuevo aspirante al trono de los Braganza... y entonces lo vi. El aire.... ¿había aire? a mi me faltaba.

Anónimo dijo...

Mayordomo... y usa lencería femenina.

Jaime Noguera dijo...

Yo me dedicaba a vender fotografías de Sebastiao Salgado. Con la particularidade de que las hacía yo con una vieja Leika que había pertenecido a un coronel ucraniano del ejército zarista casado con la hija de un magnate de las toallas portuguesas.

Ella, ya con 80 años, se había meado en el ponche que se iba a servir en la recepción y yo tenía que elegir entre tirar todo el ponche o preparar las fotos que les iba a colar a los supuestos especialistas en arte. Y claro, no podía perder la oportunidad de hacer algunos escudos ese día. ¡Que le den al ponche! Pensé. Total, más sustancia.

Aquel tipo guaperas apareció con su traje impecable. Era de alrededor de 35 años, varonil, con una pajarita en el cuello sobre camisa blanca.

Se sirvió, para mi horror, una copa de ponche que portó con la mano izquierda hacia las escaleras.

Sentí pena por la chica que se besase con él aquella noche.Un beso amoniacado.

Mientras elegía una supuesta foto del sahara, que en realidad era una playa de Cascais, para vendérsela al cegato director de la cámara de comercio de Bulgaria, noté en el fondo de mi garganta, el eco de una arcada.

Stultifer dijo...

Thiago
No sé si al trono de los Braganza... pero que tú aspiras a algo es mucho más que cierto. Y pronostico en fecha de hoy y en hora actual que lo vas a conseguir. Incluso con malas artes, que como en el amor, en la guerra también valen.

bala
¡Qué equivocado estás! Pero no te voy a dar datos.

Jaime noguera
Jamás tires un ponche preparado con indecentes líquidos. Limítate a no beberlo.
El guaperas es para mi.